Felicitémonos. Ya no tendremos que escuchar al pobre patrón o a cualquiera de los marineros en cortas conversaciones radiofónicas preocupándonos por las palizas y las vejaciones recibidas. Ya están de vuelta y pronto podrán contarlo como una pesadilla que ya pasó, que no olvidarán nunca, pero que no ha traído ninguna desgracia irremediable.
Ahora se pueden plantear las dudas y pedir las explicaciones que sean pertinentes. Me parece correcto. A mí sin pensar demasiado, se me ocurren unas cuantas bastante razonables.
¿Cómo fue capturado?
¿Vulneró alguna indicación de seguridad?
¿Pescaba en sitio peligroso?
¿Por qué ha durado tanto el secuestro?
¿Se ha pagado el rescate?
¿Había plan alternativo?
¿Ha habido negociaciones?
¿Quiénes han sido los interlocutores?
¿Cuál ha sido el papel de los dos detenidos?
¿Quién decidió su viaje a España?
¿Está decidida su vuelta a Somalia?
De todas formas, me temo que va a ser una oportunidad más para acorralar al gobierno, para hacer aparecer el fantasma de una posible ineptitud o ineficacia. Más allá de entender lo que ha pasado y sacar conclusiones y soluciones para el futuro. Por mi parte, no puedo defender lo que no conozco, pero no tengo tan claro que la culpa sea del Gobierno.
El secuestro no se ha producido en territorio nacional, sino en un país, cuyos organismos no tienen más poder que el que ejercen literalmente en sus casas. Somalia es lo más parecido a la isla de Tortuga retratada en la película “Piratas del Caribe” y en algunas otras. Los medios de comunicación han contado como los piratas subían al barco y volvían a tierra a su antojo, supuestamente llevando consigo a miembros de la tripulación.
Por otro lado, ya hace tiempo que se sospecha que las tropelías de los piratas están organizadas y dirigidas por alguien con más enjundia que los 4, 10 o 60 desarrapados que han desfilado por el barco. Este no es el primer secuestro, ni el más largo, ni España el primer país que haya claudicado. Los piratas aparecen donde duele y parecen tener bastante control sobre las rutas y los medios de comunicación de los barcos, más que el que se supone que puedan tener a vista de pájaro sobre las costas de Somalia. No todas las cuantías de los rescates se pagan en una bolsa lanzada a una cubierta.
Por encima de este caso particular, la clave está en la redefinición de las medidas de seguridad que lleven los pesqueros y en la acción multinacional que se efectúe sobre el territorio somalí, pero ojo, no con una guerra preventiva a la moda Bush, sino con el control de las bases que puedan estar. Pero me temo que eso no se va a escuchar en la sesión de control. Se echará en cara la supuesta inactividad, se especulará con posibles soluciones confusas y en muchos casos irrealizables si se analizan con calma y poco más. Reflexión sobre lo realizado por gobierno, oposición, justicia y medios de comunicación, coherencia y responsabilidad me temo que faltará.
Lo dicho, mi felicitación a las familias por su temple y sus manifestaciones, y mi enhorabuena porque todo se ha terminado. Esperaremos los resultados y desearemos acierto futuro.
Un saludo
Jesús (a.k.a. Abu)
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