Tengo un blog en el que hablo de los temas del deporte, en especial de mis equipos, pero sobre todo sobre el futbol y el Aleti.
No obstante dado que hay dos temas, uno general y otro personal que transcienden de ese ámbito a uno más amplio, voy a escribir al respecto aquí, el blog que tengo para los temas políticos y sociales.
Ayer fui como bastantes futboleros al Calderón a ver el derby. Repito, para lo que tiene que ver con lo futbolístico, me remito a
http://elabuysuscosas.blogspot.com/2009/11/2-3-surrealista.html en el que ya he dejado mi crónica de lo vivido. Como de costumbre me gusta pasar el rato anterior con los colegas, tomando alguna copa y comentando lo que puede ser el partido y cualquier cosa que puedas comentar con alguien al que no ves durante la semana.
Lo normal es que en este partido los ánimos estén tensos. Vienen los ultras del equipo rival, es un partido muy importante, los ultras del Aleti tampoco son mancos... pero sobre todo, las instrucciones policiales son de limpiar las inmediaciones del estadio de cualquier altercado. Hombre, en bien de la seguridad es un objetivo muy loable, pero me temo que se vulneran ciertos límites, muchas veces.
Supongo que cuando uno está en casa, viendo las imágenes de lanzamientos de botellas, contenedores quemados y ultras exhibiendo emblemas... es fácil ponerse de lado de la policía y de sus medidas represivas. Me imagino que yo también lo haría.
El problema es cuando te ves envuelto en una carga policial, justificada o no, pero bastante desproporcionada. Todo acaba en una huida para evitar males mayores y en un bar un poco más alejado para poder pasar la juerga (aseguro mucho más productiva que el partido) y en mi caso pacífica. Pero no, unos cuantos han logrado captar la atención de la policía que acordona una parte de la calle en la que me encuentro, amenaza con cargar y responden a algún lanzamiento de piedras, disparando pelotas de goma.
Vale, aquí llega mi momento. Cansado de sufrir empujones y preocupado porque me den a mí un pelotazo (y no de whisky o ron) me decido a irme de allí y confiando en mi buena fé y mi buen aspecto, me voy a cara y pecho descubierto al lado en el que está apostado el grupo de antidisturbios que acordona la calle. Soy un imprudente, sí, pero ante mi intento de salir del lio lo único que recibo es una amenaza por parte de un malnacido que lleva casco, cara tapada, porra y un escudo, ah, y placa...
- ¿Dónde crees que vas?
- A ver el futbol
- Si pasas por aquí te llevas dos hostias
- ¿Por ir andando por la calle?
- Tú pasa, pasa...
- Pues nada tio, perdona, es toda una provocación caminar hacia vosotros.
Tercia un compañero suyo, este cara descubierta y casco y me recomienda que me dé la vuelta, cosa que hago además de rodear el parapeto por una calle paralela.
Sinceramente, uno ya ha visto detalles como este, pero es la primera vez que lo sufre en sus carnes y puedo darme por satisfecho de haber salido indemne. Porque media hora después mis amigos, que se quedaron allí, me relatan como la policía cargó en el interior del bar en el que estaba con ellos y en el que ellos decidieron quedarse un rato más.
Treinta y cuatro años, los que tengo, de democracia, para que tengamos que vivir ciertas cosas. Soy persona y seguidor de futbol y me merezco otro trato, no que se me considere un animal sin ningún derecho... ¿Qué hubiera pasado si hubiera ido con mi hijo por la calle, sin intención de ir al partido, y hubiera entrado en ese bar con él a tomar una simple coca-cola?
No, no vale el tómatelo en tu casa o no vayas al futbol con tu hijo. Que yo sepa, el futbol es algo que no está prohibido, tomar algo en un bar tampoco y pasear menos todavía. Tampoco lo es coincidir con malnacidos que pasan el rato destrozando mobiliario urbano o atacando a pedradas, tam. ¿Bien colectivo? La seguridad de todos. Creo que la seguridad de todos no pasa precisamente porque yo me lleve dos porrazos de un malnacido incapacitado para ser agente del orden. Algo tendrán que ver sus mandos, por cierto.
Iba a hablar de otro tema más general, pero aquí lo dejo.
Un abrazo
Jesús (a.k.a. Abu)