Leía en algún otro blog sobre este tema. Y tengo que estar de acuerdo que este es un riesgo. Más de una vez he escuchado a personas utilizando comentarios permisivos al respecto. "Los políticos, ya se sabe, están para eso, es muy difícil evitarlo...".
Me sublevo ante estas cosas. El control es complicado y cada vez las fórmulas utilizadas son más sutiles que coger un puñado de billetes de alguna caja. Comisiones, regalos, favores... Salvo que encuentres al que ya no tiene escrúpulo alguno y se crea invencible, como han podido ser los del Gürtel, es complicado de vencer.
Pero ¿qué nos queda a los que estamos en la vida cotidiana? La intolerancia. El ser beligerantes con todo lo que rezume a enriquecimiento por el desempeño de actividades públicas. Nada de entreguismos o de mirar a otro lado. Esta sociedad debe demandar honestidad y vocación de servicio público. No vale el "son así y no hay nada que hacer" y no digamos, "puestos a robar, que lo hagan los mios".
Estamos demandando a los sectores empresariales y profesionales, un cambio del modelo productivo, un cambio de los niveles de remuneración y una redefinición de objetivos. Al fin y al cabo, es esa corrupción lo que nos ha llevado a la crisis. Por tanto, debemos demandar un cambio en el mismo sentido a nuestra clase política.
Del otro lado, nos encontramos con inaceptables declaraciones en plan paños calientes. Estaba volviendo a leer lo dicho por Bono ("hay más políticos honestos que corruptos") y por Pujol ("no es bueno tirar de la manta"). No serán los únicos. No quiero quitar hierro a lo dicho por Pujol, pero me parece más grave el caso de Bono, en plena actividad y en primera línea al ser presidente del Congreso...
Seguro que no faltarán declaraciones del estilo "¿y tú más?", "ellos sí que tienen un problema de corrupción generalizado", "en nuestro partido quien la hace la paga". Me da igual quien las haga, más tarde o más temprano las harán unos y luego los otros.
Los políticos profesionales, posteriormente lamentarán el descrédito que sufre su actividad frente al resto de la sociedad, pero ellos solitos se la buscan. Es difícil encontrar voluntad de acabar con estos actos si la única voluntad es minimizar el problema. Pero el descrédito no es para ellos (lo que no me preocuparía) es para todo el edifício democrático y sus garantías.
¿Regeneración de la vida política?, ¿Código de buenas prácticas?, ¿Comisiones de investigación?, ¿Pacto antitransfuguismo?, ¿diputados/concejales expulsados no adscritos? No, no es suficiente. Busquen mecanismos útiles ya, ganense su sueldo, que para eso votamos.
Por cierto, no hablo de ningún caso o imputado concreto. Sigo creyendo que eso es tema de la justicia. Lo que no puede ser es que Forges tenga razón siempre, no por él, por el tema tan sangrante.
Como bien me decía un amigo, corremos el riesgo, de que la democracia que tanto costó recuperar, caiga en manos de un salvapatrias populista y barato que la termine de matar.
Un abrazo
Jesús (a.k.a.)
Me sublevo ante estas cosas. El control es complicado y cada vez las fórmulas utilizadas son más sutiles que coger un puñado de billetes de alguna caja. Comisiones, regalos, favores... Salvo que encuentres al que ya no tiene escrúpulo alguno y se crea invencible, como han podido ser los del Gürtel, es complicado de vencer.
Pero ¿qué nos queda a los que estamos en la vida cotidiana? La intolerancia. El ser beligerantes con todo lo que rezume a enriquecimiento por el desempeño de actividades públicas. Nada de entreguismos o de mirar a otro lado. Esta sociedad debe demandar honestidad y vocación de servicio público. No vale el "son así y no hay nada que hacer" y no digamos, "puestos a robar, que lo hagan los mios".
Estamos demandando a los sectores empresariales y profesionales, un cambio del modelo productivo, un cambio de los niveles de remuneración y una redefinición de objetivos. Al fin y al cabo, es esa corrupción lo que nos ha llevado a la crisis. Por tanto, debemos demandar un cambio en el mismo sentido a nuestra clase política.
Del otro lado, nos encontramos con inaceptables declaraciones en plan paños calientes. Estaba volviendo a leer lo dicho por Bono ("hay más políticos honestos que corruptos") y por Pujol ("no es bueno tirar de la manta"). No serán los únicos. No quiero quitar hierro a lo dicho por Pujol, pero me parece más grave el caso de Bono, en plena actividad y en primera línea al ser presidente del Congreso...
Seguro que no faltarán declaraciones del estilo "¿y tú más?", "ellos sí que tienen un problema de corrupción generalizado", "en nuestro partido quien la hace la paga". Me da igual quien las haga, más tarde o más temprano las harán unos y luego los otros.
Los políticos profesionales, posteriormente lamentarán el descrédito que sufre su actividad frente al resto de la sociedad, pero ellos solitos se la buscan. Es difícil encontrar voluntad de acabar con estos actos si la única voluntad es minimizar el problema. Pero el descrédito no es para ellos (lo que no me preocuparía) es para todo el edifício democrático y sus garantías.
¿Regeneración de la vida política?, ¿Código de buenas prácticas?, ¿Comisiones de investigación?, ¿Pacto antitransfuguismo?, ¿diputados/concejales expulsados no adscritos? No, no es suficiente. Busquen mecanismos útiles ya, ganense su sueldo, que para eso votamos.
Por cierto, no hablo de ningún caso o imputado concreto. Sigo creyendo que eso es tema de la justicia. Lo que no puede ser es que Forges tenga razón siempre, no por él, por el tema tan sangrante.
Como bien me decía un amigo, corremos el riesgo, de que la democracia que tanto costó recuperar, caiga en manos de un salvapatrias populista y barato que la termine de matar.
Un abrazo
Jesús (a.k.a.)