Hace unas semanas Patxi me hacía este comentario sobre “1940. Un manuscrito en el Olvido. Los girasoles ciegos”. Desde que tengo trato con él (me trata como a un amigo de toda la vida, sospecho que sus amigos de siempre le deben tener por un grande) voy preguntándole por varios temas de vez en cuando. El Logroñés es ineludible, la realidad social siempre aparece, pero de vez en cuando le pregunto por sus proyectos profesionales.
Así que cuando me dijo por whatsapp “El día 19 actuamos en el Teatro de Canales de la Sierra en la Rioja”, no me lo pensé mucho. Me iba a pillar de vacaciones en el Camero Viejo, así que sólo había que buscar unas visitas en zonas cercanas para aprovechar el día y hacer kilómetros de ida y vuelta por carreteras de las que están dibujadas a lapiz en los mapas y en las que el asfalto ya tiene solera. San Millán de la Cogolla con los monasterios de Suso y Yuso y el Santuario de Valvanera fueron los sitios elegidos. Comimos cerca de Anguiano.
Canales es un pueblo, hasta ahora desconocido para mí, algo más grande que el mío con una joya en forma de teatro de nada menos que del siglo XVIII, un corral de comedias, que Patxi nos enseñó cuando terminaron su ensayo. La historia, un drama ambientado en el momento posterior al final de la guerra civil… sí, iba a ser triste.
Un
manuscrito era la excusa, la base del relato. ¿Realidad? Conocemos la represión, los campos de concentración, las cárceles, los batallones de castigo, el Valle de los Caídos... Pero lejos de los focos, sabemos que muchos derrotados
por el fascismo se echaron a las carreteras y a las montañas. No eran
combatientes, quizá tampoco tuvieran gran significación política ni activismo, pero tenían miedo del nuevo régimen impuesto… con razón.
Un poeta en ciernes detalla la
soledad, las dudas, el miedo, la suerte, el hambre, la enfermedad, la muerte,
el frío… Esa fue la realidad de esos huidos. Esa es la historia del Manuscrito.
No quiero desvelar más. Llevé a mis hijos y vieron la obra sin pestañear. Qué
crudeza… No todo pueden ser historias de éxito ni de finales felices. En eso se
convirtió nuestro país. Cada casa tenía un drama. Primera derrota, segunda derrota... demasiadas.
Sorprende todo, la introducción (una especie de charla académica sobre una investigación histórica), la narración y sobre todo cómo se pone en escena incluyendo dos actores que mueven y articulan objetos y una suerte de hombre-orquesta que se dedica a la ambientación. Apenas hay diálogos. No voy mucho al teatro, pero tengo claro que te tiene que enganchar, sorprender... y esta obra lo hace de forma magistral y brutal. Durante la obra traté de mirar a Mario y a Lucía, mis hijos. No habían pestañeado ni se habían aburrido.
Corren malos tiempos para esta obra. Muchos Ayuntamientos la rechazarán... el compromiso por la memoria está por encima del momento político. Sé que la cultura y el arte no van a olvidarlo.
Gracias Patxi. Seguiré confiando en tí y en tus compañeros y seguiré yendo al teatro para reír, sufrir, sentir, reflexionar, conocer..., estar vivo.
Un abrazo del Abu
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