sábado, 14 de septiembre de 2024

Se rompe, pero no lo puedes soltar. "Cielos"


Supongo que el "sólo sé que no sé nada" va a valer toda la vida. Casi he llegado a los cincuenta y he visto muchas cosas, pero debe ser cierto que sigo siendo un chaval, por lo menos en el sentido de que me queda mucho por aprender. Especialmente en el teatro. He visto unas cuantas representaciones y siempre me sorprenden. No creo tener mucha más madurez ni menos capacidad de sorpresa en esto que mis hijos que nos acompañaron ayer.

Unos tipos tratan de localizar un supuesto grupo islamista que va a realizar atentados. Llevan meses metidos en una especie de base subterránea buscando transmisiones, desencriptando mensajes, elaborando teorías más o menos increibles, ligando el terrorismo con la poesía y la pintura. Y lo que les queda...

Tengo claro que todo está montado para romper, para sorprender, para desesperar al espectador. Las locuciones iniciales a diversos volúmenes de sonido. ¿Qué leches me están contando? ¿Con qué diablos me quedo? ¿Es importante o es sólo un inicio?

En el escenario un cubo con tres niveles. Un jardín con estatuas, una sala de trabajo y unas habitaciones personales. Esos tres niveles vuelven a traerte confidencias, dudas, teorías y las historias personales de los cinco personajes. Todos ellos han dejado apartadas sus vidas por el objetivo supremo. Ese conjunto agobia. Está medido hasta el centímetro. La atmósfera lograda es extenuante, irrespirable...

No hay protagonistas. El peso de la trama va variando, hay un responsable, un par de subalternos, un técnico, un recién llegado... todos con su carga personal. Y encima posibles atentados. Un esfuerzo corporativo multinacional y un interés (esto me suena) por ligarlo al islamismo. Pero siguen las intrigas personales, padre, madre, hijos, un divorcio... ¿dónde llegará esto?

El riesgo es que no haya por donde cogerlo y la cosa dura dos horas, con lo cual con tanta trama puedes desconectar. Pero no, ni de coña. Sales del teatro flipando. Todo se rompe, pero está perfectamente ligado y no se suelta, no lo puedes soltar.

La obra tiene encima complejidades técnicas, que obligan al elenco a hablar en tiempo real sin verse, superponiéndose incluso con grabaciones en vídeo. Y sale bien. Repito: No lo puedes soltar, por mucho que veas o no los problemas que ocasionan los momentos dramáticos como perder ese pié subiendo por la escalera...

Quizá como padre, me veo retratado en el personaje con ese Charlie que hace Javier Tolosa. Teniendo que lidiar con los incumplimientos de promesas por culta del puñetero trabajo. Volviendo a recuperar el corazón de ese hijo, día a día, llamada a llamada... pero no me olvido de ese jefe desconfiado que va a ser depuesto que hace Patxi Freytez, el técnico advenedizo y oficialista y nuevo jefe que hace Álvaro Monje con su tendencia al oficialismo o ese criptógrafo sustituto que hace Pedro Rubio con ese monólogo brutal que se apropia de media hora de la obra... en el momento culmen.

Sólo tengo dudas para calificar el papel de Dolorosa Ache, interpretado por Marta Belmonte. No es que lo haga mal ni que desentone. Me rompe, no sé calificarlo, demasiado complejo. No quiero destriparlo. Es un paso más que el resto de personajes.

Después de la obra hubo tiempo para el coloquio con la cerveza de después. Gracias Patxi otra vez por tu paciencia. Por supuesto hablamos de interioridades, anécdotas, dificultades pero también de proyectos, el Logroñés, el viaje de Navarra. Y las preguntas de Mario y de Lucía. Hasta acabamos liando a Javier, Pedro y Álvaro... un filón. 

Cierro con mis mejores deseos y mi agradecimiento para el teatro de la Abadía y la productora Barco Pirata. Al director Sergio Peris Mencheta por supuesto también y mucho más. Alguien que dirige esta salvajada no puede dejar de luchar para seguir creando y contando más historias. 

Un abrazo del Abu

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