Cuando yo nací, ya estaba decidido que Juan Carlos de Borbón iba a ser sucesor a título de Rey. No me preguntaron, pero lo malo es que tampoco se consultó a nadie fuera de Palacios o Ministerios. Bien pensado, tal vez fue un error, pero lo que vino después nos llevó a pensar que Juan Carlos se lo había ganado y que tenerle del Rey no era mala idea.
El caso es que no tiraré abajo el legado de la transición, no seguiré esa moda que hoy, casi 50 años después no lleva a ningún sitio y que lo único que muestra es el desconocimiento de lo que era la España del postfranquismo y sobre todo la fragilidad de la democracia en esos años. Como a cualquier demócrata no me hace ilusión que elijan por mí, pero tal vez no era el mejor momento para ciertos debates.
Al respecto de la transición, he tratado de leer y estudiar todo lo que he podido sobre ello y a tratar de razonar sobre lo sucedido. Personalmente me apasiona conocer nuevos puntos de vista sobre ese período. Reconozco que hubiera sido muy difícil mantener la dictadura sin Franco, pero que todo lo que se hizo para traer la democracia tuvo al Rey detrás.
Además de eso, hizo lo posible por aparecer como cercano a los españoles (sinceramente lo del campechano a mí nunca me llamó la atención) y por tanto muy distinto a los lamentables actos de muchos de sus antepasados. Tener una persona así en la Jefatura del Estado, alejado del juego político parecía ser lo mejor.
Su figura se acrecentó en el 23F. Hubo quien quiso meterle en la génesis de la intentona, pero como bien señalaba Javier Fernández en "23F Diecisiete horas y media" los que asaltaron el Congreso se hartaron de citar al Rey, pero cuando apareció en televisión no obedecieron. También recuerdo lo dicho por el General Quintana Lacaci, muy agradecido al franquismo, pero fanático de la disciplina. Nunca se sumó a la intentona y habló con el Rey en las primeras horas.
Los años pasaron y con ellos llegaron las dudas. Antes de aparecer el caso de Urdangarin, la herencia de Don Juan o el tema actual de las comisiones con o sin Corinna mediante, ya vimos que la Casa Real no era avanzada en la transparencia, que para muchos es la mejor vacuna contra la corrupción. Los cambios legislativos que ha habido en este sentido no han aclarado las dudas con esta y otras instituciones.
En fin, con los casos que tampoco voy a detallar, han ido sacando otro embrollo, pero de tipo legal: La Inviolabilidad del Monarca. Se comenzó a hablar con la abdicación. Como alta autoridad del Estado goza de este término. Se le considera irresponsable de los actos realizados en virtud de su cargo. Actos institucionales, discursos, firma y sanción de textos legales...
Bien, esto es lógico. Hay un poder civil y democrático que está para este menester. Pero parece ser que las irregularidades y/o presuntos (todavía) delitos puedan estar amparados por esta inviolabilidad. Para mí esto no debe ser discutible, es simplemente inadmisible y con ello no estoy de ninguna manera negándole transcendencia a la figura del hoy Rey Emérito.
Juan Carlos de Borbón puede y debe ser investigado y juzgado como a cualquiera, pues de haber existido una percepción de comisiones no declarada no se refiere a su labor como Jefe del Estado.
Si a esto añadimos, su aparición en Botswanna y las supuestas aventuras (sí, esas que no invalidan a alguien como Monarca, pero que decepcionan a los que llevamos una vida familiar normal) y por último la salida del país, antes de que la justicia se decida a investigarle le alejan de esa cercanía con la que entró a dirigir a este país y le acercan a todo los errores que cometieron sus predecesores, muchos de ellos ancestros.
¿El futuro? Aconsejo a Felipe VI total transparencia y humildad en sus actos y gestión. La República, a la que muchos miran hoy es una fórmula democrática más, pero no está exenta de errores. Termino con el convencimiento personal de que es una pena que una figura histórica hasta hace poco muy querida para todos haya decepcionado tanto.
Un saludo del Abu
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