Ciertamente nos encontramos con una historia muy triste. Una más de las que hay en esta crisis. Un juguete, un instrumento, que poco a poco se vuelven caros. Pero lejos de hacer reflexionar y de llevar a los gestores de estos entes a una más que necesaria, lógica y, qué diablos, imprescindible autocrítica, asistimos a un continuo "en bien de la sostenibilidad", "quisiéramos encontrar la racionalidad", "no es posible"...
Es decir, diciembre de 2013 es el inicio de la edad de los humanos en este santo planeta y lo de antes es una vida autónoma e incontrolable. Los entes de comunicación públicos (me temo que esto pasará a todos los demás) se han convertido es seres biológicos indómitos, que han efectuado gasto público, han contratado, han invertido, han transmitido al margen de toda gestión política o no y al margen de todo criterio empresarial.
Y en estos tiempos de la puesta en solfa del estado del bienestar, claro, entes así, son incompatibles con el resto de servicios públicos esenciales. Al fin y al cabo, ¿quién prefiere una tele pública antes que un hospital o cualquier otro servicio social?
Casi nadie. Algunos avisamos hace tiempo (no fui el único, hace ya mucho que unos cuantos nos preguntábamos qué hacían estos entes financiando clubes de futbol y otra larga lista de "etceteras") pero simplemente había dinero y a todos (yo el primero) nos mola traer grandes eventos y lucirlos a todo color.
Pero no, la clave es que esa pasta que sobraba, voló, que la factura ya se pagará entre todos, así que ya no se puede emitir el partido del futbol en prime time del sábado ni se puede contratar ni mantener a trabajadores afines y no digamos emitir eventos cuya organización se subcontrata a "otros". Esa bolsa ya no se puede tapar, toca amortizarla. Pero la que viene, tiene un barniz de ahorro y esconde otro negocio... la privatización de la gestión de servicios públicos.
Es una historia que ya se ha contado muchas veces y no la descubro yo ahora, simplemente la dejo marcada. Es la nueva gallina de los huevos de oro y no es barata, ni deja de ser apetecible para las futuras concesionarias. Y yo trato de ser respetuoso con el que crea de corazón que la privatización puede salvar a lo público, pero desgraciadamente eso lo ejecutan los mismos "zorros" que han matado a las teles públicas, así que muy bien van a tener que plantear y lanzar esa privatización para ganar mi confianza, hoy negativa.
Pero vuelvo a la comunicación. Atrás quedan los tiempos en los que muchos profesionales iniciaron en estos entes su andadura, en la que los contenidos sociales, las tradiciones, los rincones olvidados de las provincias y cualquier otra iniciativa pública eran la labor primordial. Y la información... oficial, sí, pero no sesgada o al menos no manipulada y por supuesto mucho más cercana.
Pero si los gestores y los mandatarios han roto el juguete, no quiero dejar de recordar a los profesionales que vivieron y viven calentitos hasta que se han churruscado y han pedido un tardío perdón, con el cerrojazo o con el burofax en el buzón. Hacía falta integridad, esa que lleva a los redactores a no firmar crónicas vergonzantes a hacer huelgas en contra de la línea editorial o a hacer entrevistas reales como aquella que Germán Yanke hizo a Esperanza Aguirre y que la dejó perdiendo los nervios y desnuda en cuanto a su voluntad "liberal".
Vuelvo a los mandatarios, en realidad a los liquidadores. Fabra ha echado el cerrojo a Canal 9 e Ignacio González lo acabará haciendo, porque Telemadrid es otro muerto. La culpa la tienen vds, no los trabajadores que mejor o peor, dentro del convenio, sacaron adelante su trabajo hasta que les dejaron y no les arrinconasen con las famosas redacciones paralelas. No intoxiquen. Cumplan con el papel que se les dió en las urnas: Arreglen. Ah, en esta herencia no está el PSOE...
Un abrazo
Jesús (a.k.a. Abu)