Ha pasado más de un mes de que la Iglesia realizase esta demostración de fuerza y de capacidad de llamamiento mundial. Me pilló todo fuera de Madrid, y la verdad es que he querido tomarme mi tiempo para reflexionar sobre ello.
No seré yo el que prohiba a nadie celebrar nada. Hace mucho que tengo claro mi agnosticismo y, paralelamente, mi respeto por la labor social de la Iglesia. Sin embargo, esta vez tengo la sensación de que ha sido un acto derrochador y vacío.
Cuando he hablado del derroche, he recibido datos sobre el benefício que ha recibido el tejido comercial madrileño, por parte de los visitantes. Cuando me he quejado del gasto de las administraciones, se me habla del paralelismo con otros eventos masivos. Al menos cuando lamento el vacío de soluciones que ha dejado todo este festejo, nadie me ha sabido responder.
La crisis está ahí. La hambruna de Somalia está ahí. Pero olvidémonos. Se ha reunido un montón de gente y han reflexionado, han tomado soluciones o han añadido algo a la Doctrina de la Iglesia que pueda servir como tal para el futuro. No. Los asistentes que han aparecido en los medios se conformaban con la convivencia con gentes de otras partes del mundo y con ver y escuchar al Papa. Y éste ha discursado en la línea oficial, celebrando su capacidad de convocatoria. Lo que ya sabíamos que podría decir y lo que nunca hemos discutido (sigue habiendo un montón de Cristianos militantes).
La Iglesia mueve masas sí, repito que no lo discuto. Lo que me pregunto es si es capaz de captar gente nueva. A mi modesto entender su camino sigue alejado de la mayoría de la sociedad. No hay adaptación y su lamento es que "la sociedad se aleja de nosotros", cuando tal vez debieran buscar puntos de acercamiento y no de imposición. Con este acto eso no ha cambiado.
Ah, y si la JMJ es igual que cualquier otro acto de masas... supongo que pronto me darán descuentos en los bocatas que me tome antes, durante y después de los partidos de futbol y que me rebajarán lo que me cuesta el transporte público por ir a una manifestación...
Lo dicho, vacío...
Un saludo
Jesús (a.k.a. Abu)
No seré yo el que prohiba a nadie celebrar nada. Hace mucho que tengo claro mi agnosticismo y, paralelamente, mi respeto por la labor social de la Iglesia. Sin embargo, esta vez tengo la sensación de que ha sido un acto derrochador y vacío.
Cuando he hablado del derroche, he recibido datos sobre el benefício que ha recibido el tejido comercial madrileño, por parte de los visitantes. Cuando me he quejado del gasto de las administraciones, se me habla del paralelismo con otros eventos masivos. Al menos cuando lamento el vacío de soluciones que ha dejado todo este festejo, nadie me ha sabido responder.
La crisis está ahí. La hambruna de Somalia está ahí. Pero olvidémonos. Se ha reunido un montón de gente y han reflexionado, han tomado soluciones o han añadido algo a la Doctrina de la Iglesia que pueda servir como tal para el futuro. No. Los asistentes que han aparecido en los medios se conformaban con la convivencia con gentes de otras partes del mundo y con ver y escuchar al Papa. Y éste ha discursado en la línea oficial, celebrando su capacidad de convocatoria. Lo que ya sabíamos que podría decir y lo que nunca hemos discutido (sigue habiendo un montón de Cristianos militantes).
La Iglesia mueve masas sí, repito que no lo discuto. Lo que me pregunto es si es capaz de captar gente nueva. A mi modesto entender su camino sigue alejado de la mayoría de la sociedad. No hay adaptación y su lamento es que "la sociedad se aleja de nosotros", cuando tal vez debieran buscar puntos de acercamiento y no de imposición. Con este acto eso no ha cambiado.
Ah, y si la JMJ es igual que cualquier otro acto de masas... supongo que pronto me darán descuentos en los bocatas que me tome antes, durante y después de los partidos de futbol y que me rebajarán lo que me cuesta el transporte público por ir a una manifestación...
Lo dicho, vacío...
Un saludo
Jesús (a.k.a. Abu)