Hace ya tres años que escribí una entrada sobre todo esto del proces. Ya avisaba que en ambos lados se estaban tapando errores aprovechando la ocasión. Lamentaba profundamente la polarización a la que nos estaban sometiendo a todos. Los que no discutimos España por defender la constitución y los independentistas por traicionar a Cataluña.
Hoy despues de meses de matraca la verdad es que tengo claro que me siento equidistante. Claro que defiendo la legalidad constitucional, pero nunca como obstáculo para que este país avance. 40 años son demasiados para considerar que es inamovible. Es más, fue un buen instrumento para buscar la reconciliación, pero creo que debemos replantearnos la cosa. Cinco años ha tenido Mariano Rajoy (el verdadero inventor del "no es no") para tender puentes y haber buscado pactos de estado. No, no me siento en modo alguno alineado con él.
Claro que tampoco me despiertan ninguna simpatía los adalides de la democracia que encabezan el secesionismo. Esos que se apoyan en una mayoría bastante poco holgada para tomar un camino fundamental saltando por los aires una de las más sagradas costumbres de la democracia que tanto dicen defender: La mayoría cualificada. Mañana es posible que tengan un país, y veremos si serán tan comprensivos si tienen un desafío de este estilo. Y si mantendrán estos procesos express por mayoría absoluta en el caso de leyes fundamentales.
Puedo entender todos los argumentos. Los cambios desde dentro de la legalidad, que hable el pueblo, que esto es la democracia, que en la sociedad las cosas no se solucionan mandando a la Guardia Civil... Pero al final ni unos ni otros me representan.
¿Qué nos espera? Una farsa de referendum, una independencia unilateral sobre el papel y una desconexión de facto. Una provincia rebelde. Porque la actitud de ambos desconecta el vínculo y fomenta el victimismo... por parte de todos, no sólo de catalanes, por cierto.
¿Alguien cree que a los catalanes se les va a olvidar el independentismo el día 2? No, para apagar ese fuego sólo hay dos caminos. O bien una independencia real en el que se cumpla el apocalipsis (cosa que de verdad no deseo) o bien un cambio de modelo con un pacto de estado y un compromiso por parte de todos para que dure. Ver que la convivencia es posible y beneficiosa. ¿Imposible? Si no hay voluntad desde luego.
Un referendum como el que se plantea no es democracia. Es tramposo. Si gana el sí, game over. Si gana el no, no hay garantía de cambio, no se ha negociado ni se ha tratado. Será un volveremos a intentarlo. De hecho, sería una quimera que alguien defendiera el no con esta fractura social. "Mejor como estamos". Todo marketing.
Mi última idea, dentro de esta equidistancia es olvidarme del apocalipsis económico. Doy por sentado, eso es democracia, que la gente es responsable de sus actos. Huyamos de la minoría de edad mental. Siempre me vienen a la mente esas fotos de Franco con la frase "no se os puede dejar solos". Huyamos por favor del paternalismo.
No se me van de la mente las visitas que he hecho estos años a Cataluña. La última este verano. Una tierra encantadora. Una gente respetuosa. Les deseo lo mejor. Ningún catalán me ha hecho nada malo. Me niego a considerarlos como enemigos.
Pase lo que pase el 1-O esa percepción no va a cambiar. Y repito, vayan haciéndome sitio en esa raya que está entre Rajoy y el PP (y Cs) y Puigdemont, JxS y la CUP.
Un saludo